miércoles, 16 de febrero de 2011

23.

Y esa dulce señora hay estaba, sentada, tranquilamente, esperando. Sabía que era su último día allí, sus últimos diez minutos, su último concierto. Hay estaba esa dulce señora, apacible, escuhcando la música, la preciosa música que sonaba. Fue con esa melodía con la que descubió su mundo, con la que empezó a crear su pequeño mundo, modelandolo, poco a poco, dandelo forma, paso a paso, sin prisa. Ahora llegaba el fin de ese precioso mundo. Ya está. Quedan cinco minutos de conierto, ya venia su solo. Se levantó y salió de detrás del escenario.
Antes de que el director diera la entrada dijo: 'Yo tocaré esta mi última actuación, con el concierto con el que me enamoré de la música'.
La mujer, decidia, se coloca, toda la orquesta la espera, afina su violín, coge aire lentamente, el director se prepara, la orquesta se prepara, y... comienza el concierto.
Ya acababa el primer movimiento y la mujer da la última nora, deja el violín, lo limpia, lo guada, y sale otra vez a saludar y dice: 'Adios a todos, a sido un placer', y derrepente desapareció. Nadie sabía lo que pasaba, y empezaron a tener mucho sueño...

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