Parecía un verano como otro cualquiera, solo que mis padres habían tenido la genial idea de aceptar la adopción de una chica saharaui durante el verano. Yo les insistí en que no lo hicieran, que no era una buena idea, pero no me escucharon. Decían que hay que pensar en los demás y que hay que compartir. Yo pensaba que cada uno tenía que apañárselas como pueda, aunque lo decía porque yo tuve la suerte de que mis padres tuvieran una buena situación económica.
Me lo compraban todo y no me faltaba de nada. Tenía 16 años, y era bastante... caprichosa.
Estábamos esperando en el aeropuerto cuando la vi. Se llamaba Shasa. Sabía hablar español, porque había venido más veces a España con otras familias. Los primeros días no fueron bien. Me peleaba con ella por todo, pero lo peor fue cuando me dijeron que ella dormiría en mi cuarto. Me puse histérica. También tenía que llevarla conmigo a todas partes con mis amigos, y no quería, hasta que un día todo cambió. Yo la vi llorando apartada de todos y me acerqué a ella apenada, sentía remordimientos por haberla tratado tan mal y por haberla humillado varias veces delante de todo el mundo. Le pedí perdón y admití que siempre he sido un poco caprichosa, pero lo que yo no sabía era que todo iba a cambiar.
Cuando acabé de pedirle disculpas, me la llevé de compras, que por entonces era mi pasatiempo preferido. Nos lo pasamos genial.
Al acabar de comprar fuimos a comer a un restaurante. Durante la comida estuvimos hablando de como era el lugar de donde venía y lo necesitados que estaban los suyos. Sentí una gran pena.
Me lo compraban todo y no me faltaba de nada. Tenía 16 años, y era bastante... caprichosa.
Estábamos esperando en el aeropuerto cuando la vi. Se llamaba Shasa. Sabía hablar español, porque había venido más veces a España con otras familias. Los primeros días no fueron bien. Me peleaba con ella por todo, pero lo peor fue cuando me dijeron que ella dormiría en mi cuarto. Me puse histérica. También tenía que llevarla conmigo a todas partes con mis amigos, y no quería, hasta que un día todo cambió. Yo la vi llorando apartada de todos y me acerqué a ella apenada, sentía remordimientos por haberla tratado tan mal y por haberla humillado varias veces delante de todo el mundo. Le pedí perdón y admití que siempre he sido un poco caprichosa, pero lo que yo no sabía era que todo iba a cambiar.
Cuando acabé de pedirle disculpas, me la llevé de compras, que por entonces era mi pasatiempo preferido. Nos lo pasamos genial.
Al acabar de comprar fuimos a comer a un restaurante. Durante la comida estuvimos hablando de como era el lugar de donde venía y lo necesitados que estaban los suyos. Sentí una gran pena.
A partir de ese día el resto del verano fue genial. Pasábamos todo el tiempo juntas, y a veces también con mis amigos. Nos hicimos muy buenas amigas. Yo pensaba a menudo lo malo que tenía que ser ser pobre. Y a todo le llega su fin. Llegó el momento de despedirnos. La acompañamos al aeropuerto y nos pusimos a llorar como locas. En el momento que el avión despegó me hice una promesa, de mayor, con ayuda de mis padres, tendría que abrir una ONG para ayudar a aquellos niños necesitados.
Pasaron los años y yo iba creciendo, madurando y más cerca cada día de mi objetivo. Mis padres empezaron a darme dinero para ahorrar, pero lo más importante fue cuando me dijeron que cuando fuera mayor me darían uno de sus muchos edificios. Y así hicieron.
Acabé mi carrera de médico, lo que me ha facilitado bastante poder atender a toda la gente. Comencé a mover hilos, contrate a gente, hice campañas de publicidad, creamos páginas webs para ayudar, hicimos visitas escolares…
Y hoy día somos lo que todos conocéis la Unión de Personas para Cambiar el Mundo, o también la UPCM, y yo soy la que mueve todos los hilos, Noa Martínez Herrero, y la chica que seguirá enseñándoos las instalaciones es la chica de la que os he hablado en mi historia y mi mejor amiga Shasa. Espero que os halla gustado la visita a nuestra sede central en España y que os concienciéis de lo importante que es ayudar a los demás. Disfrutad de la visita.
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