La podia ver a lo lejos, en la orilla del mar, sentada, en silencio, llorando, donde se avecinaba tonrmenta. El corrió deprisa hasta ella porque tenía que pedirle que no se marchara. Tenía que decirle que no podía separarse de él, que la quería demadiado como para dejarla ir.
Por fin llegó hasta ella, se encontraban a pocos metros de distancia, empezó a cubrirse el aire de niebla. Ella no había reparado en él, y el estaba perdido en sus preciosos ojos grises, en su liso cabello negro, en su tristeza... Comenzó a llorar y fue hasta ella y la abrazó. Le secó las lágrimas y le acarició dulcemente. Los ojos grises de ella y los ojos azules de él se encontraron, y él dijo:
-No te vallas.
-Todo esto es culpa tuya.
-Fue un error, nunca tendria que haberme peleado contigo...
-Pero lo hiciste.
-Perdoname... Te amo.
-Está bien, pero me iré
-Pues me iré contigo.
-Pero no puedes, tú...
-Dejaré todo atrás, pero no me dejes así...
Ella no dijo nada más. Se limitó a levantarse, esperar que él hiciera lo mismo y besarle. Después le cogió la mano y se fueron a pasear por la orilla del mar de la mano, hasta que una densa niebla los cubrió, y al despejar, nunca nadie de por allí los volvió a ver.
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